Muchas montañas de Argentina tienen en su cima un libro de cumbre, donde los montañistas dejan registrado su ascenso.
El último libro de cumbre que tenía el Aconcagua fue hurtado en el año 1972 y no se lo repuso.
Durante la temporada 2002 la familia de un joven andinista quien falleciera en febrero de 2001, cuyo sueño era ascender el Aconcagua, dona un nuevo libro de cumbre a modo de homenaje póstumo.
Juan Herrera con la colaboración de Martín Cugnini, subieron e instalaron este nuevo libro de cumbre el 9 de enero de 2002.
Una vez más la historia de ascensos del Aconcagua quedará registrada.